El regreso de OT ha traído más decepciones que alegrías
El regreso de OT era uno de los momentos más esperados de la televisión para el año 2017. El talent show original de nuestro país, el que nos trajo en distintas ediciones a David Bisbal o Manuel Carrasco, volvía años después de su suspensión y las expectativas eran inmensas. Pero tras la primera gala el batacazo ha sido del mismo calibre.
Un formato anquilosado en el pasado
Operación Triunfo fue un éxito sin precedentes -y, posiblemente, tampoco comparaciones posteriores- cuando en nuestro país ese tipo de formatos no existían. Desde su nacimiento vimos innumerables ediciones, incluso en Telecinco, y un deterioro, en nivel y audiencia, que terminó por suspender el programa.
Otros formatos, como La Voz o Tú cara me suena, han terminado por imponerse en la vorágine de programas musicales a la que hemos asistido en los últimos años.
Los promotores y responsables del regreso de OT, sin embargo, no parecen haberse percatado de que han trasncurrido casi dos décadas desde que este formato fue ideado. De que el público ha visto mucho desde entonces, y de que la oferta audiovisual es hoy mucho mayor. Así, asistimos a un espectáculo -dirigido con dudoso salero por Roberto Leal- de 3 horas de duración sin publicidad, en el que la presentación de algunos protagonistas se alargó más que su propia actuación y que, al querer repetir el éxito, cayó en la burda imitación.
El efecto Star Wars: parecidos demasiado razonables
Tras el estreno de la última trilogía de Star Wars las opiniones fueron muy diversas. Una de las corrientes críticas apuntaba en una dirección: pese a tratarse de un buen espectáculo, el intento de replicar descaradamente la saga original le hizo perder fuerza. Algo parecido ha ocurrido con el regreso de OT.
No solo alguno concursantes tenían un parecido evidente con otros de la primera edición, sino que los propios responsables de programa se encargaban de repetirlo machaconamente para el que no se hubiese dado cuenta. Fue el caso de Aitana (Natalia), Mireya (Nuria Fergó) o Nerea (Gisela).
Incluso en el jurado -en el que brilló una vivaracha Mónica Naranjo- vimos a Joe Pérez Orive haciendo el papel de chico malo, duro y deslengaudo que aupó en su día a Risto Mejide.
Actuaciones muy mejorables
Es algo que entra dentro de la lógica. Son jóvenes, en muchos casos no habituados a actuar con ese nivel de presión. Además el programa, y por lo tanto su formación, está dando sus primeros pasos. Pero, aún teniendo en cuenta todo eso, las actuaciones dejaron mucho que desear.
Gallos, voces que iban a un ritmo diferente al de la música y artistas en blanco, que olvidaron las letras de las canciones, fueron algunos de los errores más flagrantes.
El jurado, finalmente, propuso a Mario, Mimi y Joao para abandonar el programa; y fueron Mario y Joao los expulsados por el público. Se quedaran sin pisar la academia.
Rosa, la anécdota en el regreso de OT
Rosa de España, la ganadora de la primera edición de Operación Triunfo, estuve presente en la gala y dejó una de las anécdotas de la noche. Con su desparpajo habitual, tratando de destensar la situación, le espetó al presentador que "cuanto antes se quitara el palito de ahí..." mejor le iría. Un consejo, que le llamaba a relajarse y disfrutar, que Leal se tomó con buen humor.
Queda mucho por delante en el regreso de OT. La calidad de su profesorado y el amplio margen de mejora, seguro, dejarán grandes momentos en la gran apuesta de TVE. Pero, por el momento, las sensaciones no son las mejores.